Democracia en apuros. Entre masas y desinformación.

DE JULIÁN SARMIENTO |

Ilustración 1“american elections” by Ciber Democracia is licensed under CC BY 2.0 |
Ya ha pasado poco más de una semana desde que la comunidad intelectual, nacional y extranjera, tuvo que salir en defensa de uno de sus miembros, un profesor universitario, cuyo único error fue preguntarse por nuestro pasado, en la búsqueda de construir un futuro. Y esto no sería un problema, si como en épocas ya lejanas, la crítica al intelectual se le realizara también desde un ámbito reflexivo, o por lo menos racional. Parece que atrás quedaron las cartas donde Rousseau escribió a Voltaire interpelándolo y viceversa, la correspondencia entre Hanna Arendt y Martin Heidegger, y para no ir tan atrás, el debate entre Michel Foucault y Noam Chomsky, o entre el primero y Sartre. Sí, puede que exagere. Son solo pensamientos que encuentro inevitables. Pero es que la semana pasada, un trabajo reflexivo de años, de los cuales algunos fragmentos he tenido el gusto de leer, se vio cuestionado por un trino de twitter, acción que fue ampliamente aclamada por un sector significativo de la población.

Me parece que finalmente se ha llegado al punto, en el que repetimos tanto la palabra democracia, que esta perdió ya su significado. Reduciéndola tanto, que la hemos transformado en aforismos gramaticales, y decimos, con la mayor facilidad, con la mayor quietud: demos (pueblo), kratos (poder). Les pido se me permita, estructurar algunas precisiones –no tan profundas como un ejercicio académico debería ser, ya que hablaremos de la academia también- sobre este aspecto.

Quiero comenzar por recordar, ya que parece haber un consenso en varias escuelas del derecho en estudiar a Aristóteles y a Platón, solo para después olvidarlos, para relegarlos como se relega la reflexión a una mera labor ‘’introductoria’’, el concepto de democracia, presente en los dos tratados más nombrados de estos autores. La Política y la República.

Recordemos esencialmente dos cosas de cada uno, que son las que más recuerdo por estos días a propósito de las redes sociales. Para Aristóteles, existe un modelo de democracia ideal, donde las personas deciden con base en el bien común. Las decisiones se toman con el único fin de engrandecer al pueblo. Y existe también, igual que para todas las tesis sobre el gobierno, una antítesis de la democracia, quiero decir, una perversión de la democracia, en la cual las decisiones se toman irreflexivamente, abiertamente desde la ignorancia como condición humana.

Pensemos ahora en este segundo tratado tan repetido y desconocido, La República de Platón. Muchas cosas podemos pensar sobre su sistema jerarquizante, sobre su distinción entre humanos con base en metales preciosos (oro, plata, bronce, cobre), y su consecuente legitimación de un sistema cerrado, y por tanto, contrario a la libertad humana. De hecho, hubiese querido proponer esta columna desde el texto de Manuel Delgado, ‘’Lo común y lo colectivo’’, texto de ética social más cercano a nuestra realidad latinoamericana. Pero ya que la enseñanza tradicional parece no reparar ni en lo primero, ni en lo segundo, para continuar con este relato, continuemos con nuestro argumento platónico: ‘’una sociedad ideal debería ser gobernada por un rey filósofo’’. Lo cual, en una burda modernización del concepto, significa, ser gobernada por un ser pensante y reflexivo. Un ser que piense y reflexione sobre el bienestar social, sobre lo ‘’común y lo colectivo’’.

Tenemos entonces, dos elementos, una pregunta, y una tesis: Parece ser que la democracia moderna se encuentra determinada por una red de poderes, que haciendo un guiño a Michel Foucault quiere decir, ‘’red de relaciones en distintos niveles’’, que poco o nada tienen que ver con el bienestar social. En este sentido, el arte del gobierno actual no solo está lejos, sino que parece ser completamente contrario a la tesis clásica tan sostenida en las escuelas de derecho. Quizá por esto, la mención de los clásicos en la enseñanza de las ciencias humanas se convierte cada vez más en un objeto descartable, por no decir, una reliquia de museo.

Por otro lado, tenemos procesos electorales que no se distinguen por escoger al gobernante ideal para desarrollar un Estado de Bienestar, concepto que no puede faltar en la constitución de un Estado occidental moderno, o que al menos, hasta hace poco, no faltaba. ¿Qué determinó este fenómeno, tan alejado del espíritu clásico?

Desde hace un tiempo decidí, que equivocadamente o no, quería desarrollar la idea de que la democracia en un sentido tradicional ha fracasado, que nos encontramos una vez más peligrosamente cerca de una ‘’dictadura de las mayorías’’, pero que principalmente hace ya muchos años, o siglos si nos guiamos por las cuentas de Walter Benjamin o de Germán Espinosa, las discusiones políticas, si aún pueden ser llamadas de esa manera, están determinadas por cualquier cosa menos por un reconocimiento del ‘’otro’’ en tanto humano, aforismo que como me decía un amigo, en efecto está muy de moda. Pero es que debe estarlo. Parece que finalmente ha llegado el punto en el cual la democracia como sistema electoral, no funciona para la inclusión o el diálogo, sino para la exclusión y la legitimación de una tiranía selectiva, que afecta a unos pocos (pero que cada vez son más), socialmente aceptada.

Debo ser claro, no quiero decir con esto que no crea en la democracia, de hecho, también he llegado al punto en el que considero que solo tengo esperanza en ella. Y el título de esta reflexión quiere decir que aún pienso que estamos a tiempo para rescatarla. La tarea será ardua, conllevará un ejercicio reflexivo que es más fácil y cómodo descartar que aplicar. Si como dice Benjamin en ‘’El Narrador’’, la decadencia de la literatura, la novela, y la filosofía se dio con el surgimiento de la información (mediática). La reevaluación de la información como lenguaje que construye la realidad del pueblo solo ocurrirá con el resurgimiento de nuestros saberes olvidados, hablo, como Boaventura de Sousa Santos, de nuestras realidades olvidadas y enterradas.

Democracia en apuros. Entre masas y desinformación. Democracia en apuros. Entre masas y desinformación. Reviewed by Revista Zahir on miércoles, noviembre 22, 2017 Rating: 5

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