EL VIEJO GEP GAMBARDELLA

DE ANDRÉS CAICEDO | 

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Agosto está terminando y septiembre no comienza, se escucha en uno de los diálogos de la gran belleza, una película de Paolo Sorrentino, un napolitano que ve al mundo con ojos perdidos en el paisaje, para encontrarse así mismo.

Cuando el hombre toca la puerta de la vejez, el corazón tiende a recuperar los sentimientos olvidados. El hombre quiere recuperar su vocación de amar y el escritor desempolva sus primeros libros. Pensemos en que decide contactar sus amigos de infancia, organizar una comida y beber junto a ellos whisky del acostumbrado. En resolución, el hombre viejo quizá, tiende a convertirse en un hombre cobarde de la soledad.

Los años de vagabundo se convierten en parábolas de hijo prodigo –aunque suele ocurrir mirando a nuestros abuelos, que la sonrisa coqueta del recuerdo siempre está presente-. Un te quiero y no te quiero es el vaivén de la historia del hombre viejo.

Gep Gambardella es el protagonista de La Gran Belleza, es un hombre añejo, lleva impregnado el licor de sus años, y el cigarro de su ocio. Anda solo por Roma, donde emprendió de joven la tarea de ser el Rey de los mundanos, hasta que lo consiguió. Ahora, con 65 años siente la persecución de la soledad de un viejo, que no es más que el vacío de un hombre.  Y lo descubre cuando incesantemente llega a su mente la pregunta del ¿Por qué no has escrito un libro? , recordando su pasado y condenando su presente.

Cuando tenía 25 años escribió su única novela, la que lo llevo a la fama, después, se dedicó a repartir su tiempo en la ocupación más entretenida que pueda tener un escritor -por lo menos para él- , estar con sus amigos todas las noches, casi religiosamente en medio de la alta sociedad.

A lo largo de los años descubrió la profesión de ser rico, entendió que los mejores habitantes de roma son los turistas, conoció a hombres que daban belleza, y presenció funerales: “las citas mundanas por excelencia”

Gep Gambardella es un hombre viejo que recupera los sentidos olvidados, para huir de la vida de sus días y encontrarse con la Gran Belleza sin preocuparse del más allá.

Agosto terminó y septiembre aún no ha comenzado, quizá sea un buen verso de una canción…