FACUNDO CABRAL, EL FORASTERO
DE ANDRÉS CAICEDO |
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Cerca de la catedral de la plata
en el año 46, Juan Domingo Perón, el demócrata de armas jamás igualado en américa
latina, vio de lejos a un pequeño facundo pidiendo a gritos que le diera
trabajo.
Facundo Cabral fue un músico argentino
de barbas largas y de guitarra al hombro, un religioso pagano o como diría algún
periodista, “el más pagano de los predicadores”. Un niño analfabeto, un joven
violento y un músico forastero.
Sus inicios musicales se dieron
poco después de que un cura jesuita le enseñara a leer, años más tarde ya
estaba pidiendo canto improvisado en un Hotel de Buenos Aires. Luego, conocemos
el éxito de facundo, no por argentino, sino por forastero. Su gran amigo, el
escritor Alberto Cortez diría con toda seguridad que facundo en argentina
siempre le fue mal, y como no, con palabras ajenas de mala fama y un exilio a
costas de su música, es clara la señal de mal trato.
De viejo él contó alguna vez que
en una plaza de buenos aires una señora le pregunto - ¿usted fue facundo
Cabral?, y sentencio, “Que jodido se le ve”. Ya Era el facundo de libros y
soledad, el hombre que pidió trabajo y trabajó, el piadoso del patrón, el
hombre que no era de ningún lado, el del sol al hombro, convertido en un Vagabundo
de first class como el mismo se presentaba.
De joven, En Uruguay con su amigo
Jorge Cafrune en medio de una borrachera, con sus tertulias y palabrerías
empezó a recitar la biblia, encontrando en el génesis la gloria de su éxito
musical, él dijo: - Y el Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes
y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré;
¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!» - y facundo
cantó: “No soy de aquí, ni soy de allá”. Quien iba a pensar que la canción más
popular y religiosa de facundo tuviera su origen en las virtudes del alcohol.
Jacobo timerman grabo el ocaso, ¡gracias Jacobo también eres historia!
A facundo lo mataron en Guatemala,
confundido, abaleado e indefenso ya con su ceguera. qué más da, pienso en
facundo y en su verso cantado, “el día que me muera, no habrá que usar la
balanza, pues pa' velar a un cantor, con una milonga alcanza”
FACUNDO CABRAL, EL FORASTERO
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martes, septiembre 05, 2017
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