LA TIERRA DEL HOMBRE, LA TIERRA DE NADIE

DE ANDRÉS CAICEDO |

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Glauber Rocha –el cineasta Brasilero- hizo en 1964 la película “Dios y el diablo en la tierra del sol”, donde encontramos a la tierra como un problema, como la raíz de conflictos agrarios, y tormento de quien está sometido a ella, destinado a vivirla, consumirla y sufrirla.

Un hombre que vive de la tierra de otro, del terrateniente, del patrón. Aquel hombre quiere ajustar cuentas con su mandante, debe contarle sobre la muerte de cuatro de sus vacas, quiere tener su propia tierra y vivir en paz. Aquel hombre es un vaquero, un campesino, un hombre más.

Un sujeto que ignoraba la lógica del poder, “Las vacas muertas bajo las manos del vaquero, son vacas del vaquero, no son vacas del patrón”. Lógica que irrumpe en las ilusiones del pobre y causa una provocación que termina por finiquitar la relación de dependencia: mata a su patrón.

El vaquero corre, ve la muerte de su madre, busca la esperanza en el credo y termina trabajando con el diablo. Un diablo terrenal, otro hombre igual a él, que pronuncia versos de hombre sensible:

“Tengo miedo del infierno

Y de las almas en pena que corté con mi puñal.

Tengo miedo de estar triste

Y solo como las bestias llorándole al sol.

Tengo miedo, Cristino.

Tengo miedo de la oscuridad de la muerte”.

Glauber Rocha plasma en su arte el dilema latinoamericano de siempre, “la propiedad de la tierra” que desplaza campesinos y los expulsa al olvido destinándolos a vivir la desgracia de la muerte en una constante conclusión de la ilusión, la indiferencia y el hurto de la esperanza.

Les recomiendo la película: