En muchas ocasiones, Bola de Nieve con sus brillantes discursos llegaba a convencer a la mayoría pero Napoleón le ganaba

DE  THOMAS MONSALVE  |




“En muchas ocasiones, Bola de Nieve con sus brillantes discursos llegaba a convencer a la mayoría pero Napoleón le ganaba, cuando se trataba de obtener apoyo al margen de las sesiones. Hecho curioso fue el sucedido con las ovejas quienes adquirieron la costumbre de balar “Cuatro patas sí, dos pies no” en cualquier momento, interrumpiendo con ello la Reunión. Y se notó que esto ocurría precisamente en momentos decisivos de los discursos de Bola de Nieve. Este había hecho un estudio profundo de algunos números atrasados de la revista “Granjero y Ganadero” encontrados en la casa y estaba lleno de planes para realizar innovaciones y mejoras. Hablaba como un erudito, de zanjas de desagüe, ensilados y abonos básicos, y había elaborado un complicado sistema para que todos los animales dejaran caer su estiércol directamente sobre los campos, y cada día en un lugar distinto, con el objeto de ahorrar el trabajo de transportarlo. Napoleón no presentó ningún plan propio, pero, decía tranquilamente que los de Bola de Nieve se quedarían en nada y su actitud era la del que parece esperar algo.”

Rebelión en la granja; George Orwell.

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra ridículo como aquello es “absurdo, falto de lógica” o también una “situación humillante que sufre una persona y provoca la risa y burla de los demás”, siendo pues, a mi parecer, el mejor adjetivo con el que podemos calificar lo que se hace llamar “política” en nuestro país. 

Con la primera parte, podemos dilucidar la forma en que se ha llevado a cabo, generaciones tras generaciones, la forma de hacer política y campaña a la colombiana. Una forma en la cual los candidatos, más que informar al pueblo de sus ideas, se enfrascan en la desinformación hacia el otro; una compleja campaña caracterizada por el odio y motivada por el miedo que produce en algunos sectores elitistas del país ver la posibilidad de perder el monopolio del poder. Y es que han cambiado los personajes más no las situaciones; desde los inicios de nuestra independencia política se ha pugnado por un miedo irreverente a perder aquellas cosas que se nos han inculcado como correctas, las cuales no son otra cosa que la estabilidad material y moral de ciertos sectores de la sociedad; una guerra, literalmente a muerte, en la que se han derramado litros de sangre en pro de defender unos ideales impuestos por la vileza del poder y representados por un color (azul o rojo) o un nombre (izquierda o derecha), de los cuales las principales víctimas han sido quienes lucharon motivados por aquello que ellos consideraban la justicia y la verdad.

Por otra parte es ridícula y tragicómica la forma en que ha llegado a desarrollarse esa forma de hacer política, pues llevados por las ansias de poder, no han faltado aquellos dispuestos a sobreponer la idolatría política por encima del ser propio. Se puede tomar la idea de que en algunos casos, la búsqueda del poder no está encaminada únicamente a lo político, sino también a lo social, a la manipulación de la gente del común. Hay aquellos cuyo objetivo no es otro que el de buscar sobresalir a como dé lugar en el espectro visible de la sociedad, y esto sucede de dos formas: la primera, que es la más cómica de las dos, es el fenómeno de las maquinarias políticas, la cual se da cuando se deja el “yo” por el “otro”, cuál es el caso de aquellos que buscan el voto de la gente a través de la figura apadrinada de algún político con renombre, dejando el éxito de la campaña en la confusión política y no en el mérito propio; la segunda, que sería más terrorífica que cómica, es de un corte fascista en la cual el individuo deja de lado su “ser” para convertirse en “figura”, caso que trasciende la frontera de los padrinos políticos para convertirse en una forma de referente, en una colectivización de los intereses propios en el cual la persona busca lograr sus objetivos a través de la manipulación que ejerce su figura, ya no se toma una propuesta propiamente dicha sino que la figura establece una serie de dogmas y preceptos dirigidos por la manipulación y encaminados a la consecución de ciertos objetivos.

Independiente del punto de vista que se tome en nuestra realidad política, es inobjetable el hecho de que solo ha habido un desfavorecido y maltratado en todo este asunto, y ese ha sido el pueblo, nuestro pueblo. Un país que no ha conseguido aún una realidad política estable (por falta de educación, y sobre todo criterio, además de otros factores necesarios en la sociedad) está condenado a repetir la continua sucesión de hechos símiles que componen nuestra historia política, la cual, como menciona Orwell en su obra (y que es un llamado a mirar objetivamente la realidad),  puede simplificarse de la siguiente manera: “únicamente el viejo Benjamín manifestaba recordar cada detalle de su larga vida y saber que las cosas nunca fueron, ni podrían ser, mucho mejor o mucho peor; el hambre, la opresión y el desengaño eran, así dijo, la ley inalterable de la vida”. 

En muchas ocasiones, Bola de Nieve con sus brillantes discursos llegaba a convencer a la mayoría pero Napoleón le ganaba En muchas ocasiones, Bola de Nieve con sus brillantes discursos llegaba a convencer a la mayoría pero Napoleón le ganaba Reviewed by Revista Zahir on domingo, marzo 18, 2018 Rating: 5

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