PERSPECTIVA
DE ANDRÉS CAICEDO HERNÁNDEZ |
Mural conmemorativo de los 70 años de la muerte de Gaitan. Hecho por el semillero antigona Uis. Foto del columnista |
El día en que mataron a Gaitán la sentencia que a primeras sonaría ideológica se cumplió: Él era un pueblo.
Una masa que sin plan del día, miraba desconsoladamente al cielo y deseaba perseguir el rostro del hombre que le dio esperanza. Podemos decir que por primera y única vez los colombianos se unieron en torno a un propósito grande, el de reclamar justicia, quizá, motivados por las palabras que Gaitán dio la noche anterior: Los colombianos no podemos ser manejados con ese irrespeto. Era esa la revolución de la masa, una revolución que exigía respeto. No fue suficiente: la masa perdió su rostro y el pueblo lloró de impotencia.
La revolución corría, imploraba, gritaba y suplicaba las ideas de Gaitán. No había competencia con el pueblo.
Cuando le dijeron a Darío Echandía que se posicionara en el poder, éste respondió: ¿y el poder para qué? Cobra razón entonces cuando Alberto Aguirre cuenta que Jorge Villa Moreno, un concejal liberal antioqueño que frente a la muchedumbre en Medellín empezó a repetir un grito que comenzaba a desenmascarar la revolución, ¡mandanos hijueputas! Entonces fue el inicio del fin de la revolución y comenzamos a vivir de la cotidiana soledad que hasta nuestros días vive el pueblo.
Hemos desarrollado una capacidad impresionante por sobrevalorar la farsa. Aquí no se extraña un hombre, mucho menos una idea. Podríamos vivir del rostro del doliente. Extrañar a un hombre se convierte entonces en un requisito formal del velorio. Aquí no se extraña un hombre, mucho menos una idea. Vivimos la condena de estar en la ausencia.
Extrañamos las ideas que faltaban por ser pronunciadas, extrañamos la compañía del pueblo que se reunía para escucharle, extrañamos el grito vivo que exigía justicia. Ya es hora de quitarnos la somnolencia que nos vuelve torpes, que nos enmudece y nos impide manifestar nuestra sed de justicia.
El origen de la historia no siempre son los hechos oficiales del hombre dominante, en ocasiones los testimonios del hombre dominado determinan la escritura del hecho, así, encontramos por diversas razones que se puede dudar del relato, pero no de la idea. La idea de Gaitán.
PERSPECTIVA
Reviewed by Revista Zahir
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lunes, abril 16, 2018
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