La juventud de hoy, un gigante dormido
DE JOSÉ A. JIMÉNEZ MANTILLA |
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Una de las ilustraciones que más me han impactado es
aquella en donde el emperador francés Napoleón Bonaparte, señalando en el mapa
a China, afirma: He aquí el gigante
dormido. Al profundizar en lo dicho por el emperador, la frase toma más
fuerza: “Allí [en China] duerme un
gigante. Dejémoslo que duerma, porque cuando despierte se moverá el mundo
entero”.
Solamente usted puede decidir si Napoleón tenía o
no la razón, pero lo que sí es cierto es que la juventud colombiana es un
gigante –y desde mi punto de vista–, se encuentra dormido o sedado o
anestesiado pero que debe ser despertado hoy, para que su futuro no sea, ni
siga siendo ensombrecido por quienes controlan el poder, por quienes determinan
el futuro de una sociedad.
Son muchos los atributos que se pueden mencionar
cuando se piensa en la juventud: determinación, valentía, riesgos, ideales,
confianza, lucha, aspiraciones, fortaleza, sacrificio, progreso, irreverencia, pensamiento crítico, entre
otros. Es la juventud la fuerza que impulsa, que inspira, que dinamiza, que
transforma toda una sociedad en cualquiera de las esferas que la conforman.
Vemos juventud por todas partes. En los centros
comerciales vemos a los jóvenes sonrientes y felices hacer compras o
compartiendo un helado o disfrutando de una buena película; en las
universidades miles de jóvenes asisten a sus facultades para ser formados como
profesionales; en los colegios cada año se promocionan miles de bachilleres
para que continúen su formación o ingresen al campo laboral; en los grandes
conciertos de artistas nacionales o internacionales son los jóvenes los que
disfrutan de una velada en compañía de su ser amado o sus buenos amigos;
también, en las agencias de empleo que anunciar oportunidades laborales los
jóvenes con o sin experiencia salen a competir, a demostrar todas sus
capacidades; en las ciclo rutas, en los gimnasios, en los parques y en los espacios
de entrenamiento deportivo los vemos
esforzándose al máximo, para mantenerse sanos y fuertes; en las manifestaciones
cívicas o marchas en pro de un ideal son sus voces junto con la de la comunidad
las que hacen eco por las calles de nuestras ciudades. En definitiva, estamos rodeados de un
grandioso divino tesoro, como lo
afirmó el poeta Rubén Darío.
Ante esa fuerza transformadora e imparable, ¿por
qué no se ve un cambio sustancias en la realidad de nuestra sociedad? ¿Por qué
se sigue viviendo los mismos escándalos de todo tipo y la misma cruda realidad
de décadas pasadas? ¿Qué pasó con las anteriores generaciones de jóvenes? ¿Qué
mal infectó y adormeció a aquellos que de alguna manera eran la esperanza para
la sociedad? ¿Los jóvenes se han resignada tan solo a sobrevivir, a subsistir? ¿Quiénes
son los mejores beneficiados en mantener la juventud adormecida?
Pero, ¿cómo despertar a este gigante? Si está
dormido, puede que sea fácil poder despertarlo; si ha sido anestesiado, es un
poco más difícil, pues implica un trabajo más cuidadoso y delicado; pero si ha sido
sedado o drogado estaríamos en graves problemas por lo dificilísimo de la
situación. En el caso de las dos últimas
hipotéticas situaciones solo restaría esperar, esperar y esperar; y lo
que menos se tiene es tiempo. Además, no se cuenta con un plan para que las
siguientes generaciones asuman el desafío y el liderazgo para cambiar la
historia del país, en donde están también nuestras historias.
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Ahora bien, si se está en el primer caso, un
gigante dormido, lo podemos despertar por medio de la antigua y provechosa técnica
de la discusión, la argumentación sin fanatismos, sin partidismos, en armonía, con
el único y verdadero propósito de hacer que la juventud piense. ¿Pensar sobre
qué?, del poder que ellos representan dentro de la sociedad, de los ideales, el
altruismo, y muchos otros temas más que de seguro acapararían su atención.
Usted querido maestro universitario, discuta con
sus estudiantes, hágalos pensar sobre lo que ellos tienen que pensar, suspenda por
unos instantes la temática del programa, confróntelos, revitalice sus ideales,
ellos confían en usted; deje que ellos también lo confronten a usted, a la
profesión, a la facultad, a la universidad, al sistema, etc. Usted puede ayudar
a despertar al gigante dormido.
Usted querido estudiante, organice un caos de
ideas dentro del aula, que sus exposiciones no sean la mera trillada y mecánica
transmisión de saberes, entréguese por completo con fuerza y alma como si fuera
la última y definitiva batalla. Cuestiónese
así mismo, a sus compañeros, haga pensar a sus profesores, exíjales más
trascendencia en su rol de maestros; pídale a su educador y a sus compañeros de
clase que asuman compromisos de transformación. Usted como estudiante también
puede ayudar a despertar al gigante dormido.
Usted querido papá, querida mamá, dialogue en
casa. Diserte al interior del hogar, con el televisor apagado. El diálogo crea
vínculos eternos entre los miembros de la familia. Sus voces quedan grabadas en
los corazones. Pensar en familia crea carácter, recuerde que el núcleo de la
sociedad sigue siendo la familia, escuche a sus hijos, ayúdelos a pensar
diferente, que ellos le ayudarán a renovar, ampliar y profundizar su
perspectiva. Cuando usted lo haga, ellos sentirán su respaldo. Usted también
puede ayudar a despertar al gigante dormido.
Usted querido hijo, querida hija converse con
sus padres sobre la historia, busque explicaciones, no se conforme; confronte
el comportamiento social; la historia sirve para cambiar el presente y el
futuro, su futuro; trace nuevas rutas para evitar los errores o mejor, los
horrores repetitivos, cual círculo vicioso. Silencie su celular o dispositivo
para que comparta con sus padres sus ideales, anhelos, sueños, visiones. Usted
tiene un propósito, una razón de ser. No está solo, cuenta con su manada para
enriquecer su pensamiento divergente. Usted puede ayudar a despertar al gigante
dormido.
Usted querido lector de este artículo, discuta
con el texto, con su autor, exprese su pensar, expanda a otros la necesidad de
despertar al gigante dormido, no lo haga solo por usted, hágalo por ellos, por
los suyos; vale la pena emprender nuevas empresas, nuevos retos, nuevos
desafíos. Si no, ¿para qué leemos? Usted querido y apreciado lector también
puede ayudar a despertar al gigante dormido.
¿Se anima?
La juventud de hoy, un gigante dormido
Reviewed by Revista Zahir
on
domingo, diciembre 10, 2017
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